No temas

Constantemente estamos siendo bombardeados por malas noticias. Dos minutos en el celular y ya nos enteramos de terremotos, incendios, masacres, actos de terrorismo. De pronto, un fatal accidente, la muerte de un ser querido o quizá una simple ida al doctor nos deja sin aliento después de recibir un diagnóstico poco favorable para nuestra salud. Despedidas, rupturas, pleitos… absolutamente todo en este mundo nos recuerda que vivimos en un mundo caído.

Así también ocurría en los tiempos de Jesús. Muchos leprosos, enfermos y paralíticos se acercaban a Él para ser sanados, o para que un familiar suyo recibiera sanidad. Ese fue el caso de Jairo, cuya historia leemos en Marcos 5.

Jairo, uno de los oficiales de la sinagoga, se postró a los pies de Jesús y le rogó con insistencia que fuera a su casa y pusiera Sus manos sobre su hija para que sanara y viviera. Jesús aceptó ir con él. Pero, en el camino, fueron interrumpidos por una mujer que se abrió paso entre la multitud, decidida a tocar el manto de Jesús para ser sanada de una enfermedad aparentemente incurable, que le había causado dolor durante doce largos años. Jesús se detuvo e hizo el milagro tan anhelado por aquella mujer. Sin embargo, en medio de este asombroso momento, llegaron noticias devastadoras para Jairo, quien seguía caminando junto a Jesús rumbo a su hogar:

“Mientras Él estaba todavía hablando, vinieron* unos enviados de la casa del oficial de la sinagoga, diciendo: «Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro?» (Marcos 5:35, énfasis añadido)

Indudablemente, eran malas noticias… terribles, desgarradoras. Incluso al intentar ponerme en su lugar, siento un nudo en el corazón. Pero Jesús…

Jesús, el mismo que tuvo compasión de una mujer que sufrió por doce años.
El mismo que, un capítulo antes, había liberado a un endemoniado.
Ese mismo Jesús volvió seguramente a mirar con compasión a un padre quebrantado y pronunció estas palabras:

“No temas, cree solamente.” (Marcos 5:36b)

El versículo completo dice que Jesús escuchó las devastadoras noticias, pero en medio de tanta desesperanza habló vida a Jairo.

Ahora bien, antes de reflexionar en las palabras de Jesús, quisiera aclarar algo: la Biblia nos enseña que en este mundo tendremos aflicciones y que recibiremos malas noticias. Tampoco se trata de irnos al otro extremo y negar el dolor o reprimir nuestras emociones. Estoy segura de que Jesús sintió y se conmovió al ver el rostro abatido de aquel padre.

Pero en este caso en particular, Dios había planeado un milagro mayor: resucitar a la niña. ¿Por qué ella? No lo sabemos, salvo para mostrar Su gloria. ¿Es la regla? El texto no lo dice, pero sí sabemos que Dios es soberano.

Volviendo a las palabras de Jesús: “No temas, cree solamente”, debo confesar que, en algún momento, me hicieron ruido. La expresión “cree solamente” alguna vez me recordó con cierta amargura los comentarios bien intencionados, pero poco empáticos, de quienes intentaron consolarme en tiempos de desierto diciéndome: “ten más fe”.

Sin embargo, al meditar más profundamente, comprendí que debía dejar atrás esos recuerdos y enfocarme en quién pronunció estas palabras: Jesús. Mi amigo, mi Salvador, mi Señor y mi amado. Jesús, quien tiene autoridad sobre todas las cosas y por quien son todas las cosas, es quien nos dice:

  1. No temas.
  2. Cree solamente.

Hemos escuchado muchas veces que la frase “no temas” se repite numerosas veces en la Biblia. Pero aquí Jesús añade una acción: combatir el temor con fe.

En mi tiempo devocional comencé a inquietarme: Sí, Señor, como Jairo, creo que me falta fe. Pero ya he estado aquí antes. Ya no quiero tener miedo, pero lo cierto es que aún tengo mucho temor… y no sé qué más hacer con ello.

Entonces Dios me recordó, durante el día, Romanos 10:17:

“Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.”

El punto, querida amiga, es que no debemos comparar nuestra fe con la de Jairo, ni con la de tu esposo, ni con la de un misionero en China, porque terminaremos frustradas o llenas de orgullo. Nuestro enfoque no debe estar en el tamaño de nuestra fe, sino en Su Palabra y en llevarla a la práctica en nuestro día a día:

  • ¿Estás escuchando más las malas noticias que las buenas noticias de tu Señor?
  • ¿En qué meditas más? ¿En lo verdadero, lo justo, lo bueno… o en lo que te falta o aún no has logrado?
  • ¿Escuchas y aceptas Su voz entre tantas voces o la tuya misma?
  • ¿Cómo inviertes tu tiempo actualmente: en redes sociales o leyendo un buen libro?

Estas son preguntas que yo debo hacerme constantemente, porque soy la primera en querer escuchar todas las voces, en especial la mía, por encima de la de Jesús.

Así que, amada amiga, con las mismas palabras que Jesús le dijo a Jairo, te lo dice a ti también:

  • Frente a ese diagnóstico o ese familiar a quien tanto amas: no temas, cree solamente.
  • Frente a cambios en el trabajo o en tu iglesia: no temas, cree solamente.
  • Frente a esa relación difícil: no temas, cree solamente.
  • Frente a ese problema de adicción: no temas, cree solamente.

Cree solamente: «Yo soy el Alfa y la Omega[i] », dice el Señor Dios, «el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso».(Apocalipsis 1:8)

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